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Las murallas de Girona

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Las murallas de Girona han experimentado diversas reformas desde su construcción en la época romana. Actualmente, el visitante puede recorrer diferentes tramos de los muros de la que es considerada la muralla carolingia más extensa del continente europeo. Desde sus torres se puede contemplar la ciudad y poblaciones del entorno.

La muralla más primitiva fue construida en el siglo I a.C., y estaba organizada siguiendo el sistema romano; el cardo maximus (de norte a sur) era lo que se conoce hoy en día como calle de la Força, mientras que el decumanus maximus (de este a oeste) se desconoce su equivalencia.

calle de la Fuerza

Además, según los resultados de algunas investigaciones, se cree que esta primera muralla fue construida sobre yacimientos de murallas ibéricas.

Durante los siglos IX y X, se llevó a cabo una remodelación de los muros, para hacerlos más amplios, y se construyeron varias torres. Un siglo más tarde, tuvo lugar la construcción de los castillos de Sobreportes y de Girona, para proteger las dos entradas principales a la ciudad, así como el castillo de Gironella.

Durante el reinado de Pedro el Ceremonioso, el alto crecimiento del núcleo de la ciudad promovió la ampliación de la muralla. Los muros existentes se aprovecharon como una doble muralla, y es lo que se conoce como la Força Vella. Además, se construyeron las nuevas murallas que protegerían los diversos núcleos de población.

Las murallas de Girona

En el siglo XVII se añadieron diferentes baluartes y fosos en lugares estratégicos, como por ejemplo, los baluartes de San Pedro, de San Cristóbal, y de San Narciso.

En 1814, después del asedio de la ciudad de Girona por parte de las tropas francesas, se construyeron la Torre Gironella y el baluarte de la Merced. A partir del siglo XIX se derribaron varios tramos que impedían el crecimiento de la ciudad, y solo se conservaron los que, actualmente, permiten pasear por las antiguas murallas carolingias y medievales que delimitan el Barrio Viejo.

Con las restauraciones llevadas a cabo a partir del siglo XX, las murallas restantes, integradas con las nuevas áreas verdes de la ciudad, ofrecen, tanto a los habitantes como visitantes de Girona, un viaje al pasado de la ciudad, y una perspectiva única de su entorno.

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