La Catedral de Girona
Situada en el punto más alto del centro histórico de la ciudad, conocido como el Barri Vell, la catedral de Girona constituye, junto con la iglesia de San Félix, la imagen más icónica de la ciudad.
La Catedral de Santa María, conocida popularmente como la catedral de Girona, es el resultado de la influencia de diferentes estilos arquitectónicos y etapas históricas. Aunque su construcción comenzó en el siglo XI, el monumental templo no fue terminado hasta el siglo XVIII.
Su elemento más singular es, probablemente, la inmensa escalera barroca; de noventa escalones, a través de la cual se llega a la portada principal; esta última, datada del siglo XVII. Sin embargo, este y otros lugares de la ciudad, fueron elegidos para grabar algunas de las escenas de la mítica serie Juego de Tronos.
De hecho, el edificio ha experimentado diferentes reformas, teniendo en cuenta diversos momentos de la historia, lo que ha dado lugar a su aspecto actual. Por un lado, presenta una nave gótica; la más ancha del mundo, complementada por una imponente fachada de estilo barroco. Por otro, el claustro y la torre de Carlomagno, estos últimos de estilo románico, completan el conjunto.
En su origen, la catedral configuraba la sede del obispo de la diócesis, y, posteriormente, el obispo Pere Roger ordenó la primera reforma. En 1038 se levantó la nueva catedral románica, de la cual quedan el claustro, dos alas de dependencias canónicas, y el emblemático campanario. Este último presenta una planta octogonal, tiene seis pisos, y en su extremo más alto hay un ángel de bronce.
En el siglo XIV se llevó a cabo una nueva reforma de la cabecera y, al principio, se planteó construir tres naves. Sin embargo, había diferentes opiniones al respecto, ya que también se rumiaba la idea de edificar una sola. Esto dio pie a un debate que duró casi medio siglo, y, finalmente, en 1417 se acordó la segunda opción, se construiría una sola nave, de 23 metros de altura.
La escalera que conduce a la puerta de acceso al templo, del siglo XVII, es uno de los elementos arquitectónicos de estilo barroco más singulares del continente europeo.
También son destacables los pórticos góticos laterales, conocidos como la puerta de San Miguel, y la puerta de los Apóstoles.
La fachada, del siglo XVIII, es obra de Pau Costa, y está constituida por tres cuerpos verticales. Sobre el frontis principal hay el campanario o torre de Carlomagno, datado del siglo XII, que a su vez sirve de contrafuerte de la nave central.
Como dato curioso, de la torre sobresale la única gárgola con forma humana del conjunto, la cual representa un personaje legendario: la bruja de la catedral. Cuenta la leyenda que este fue el castigo divino a una mujer que blasfemaba y tiraba piedras contra el templo.
Una vez dentro de la catedral, la sensación que experimenta el visitante es de pequeñez absoluta, ya que se encuentra inmerso en un espacio coronado por una bóveda enorme. Además, alberga treinta capillas, decoradas con las respectivas imágenes y retablos.
Destaca el altar mayor, el cual exhibe un ostentoso retablo dorado, adornado con piedras y esmaltes, y la emblemática silla de Carlomagno, hecha de mármol.
En el extremo norte se encuentra el claustro románico, construido por el escultor Arnau Cadell, que presenta una forma singular con doble columnata, y escenas de la biblia en los capiteles.
Antes de abandonar el templo, vale la pena que visitéis el Tesoro de la Catedral, el cual se encuentra en el Museo Capitular.
Finalmente, si queréis profundizar en la historia y simbología de esta obra única en el mundo, os recomendamos consultar las diferentes opciones de visitas guiadas que ofrece el Museo de Arte de Girona.