Castillo de Begur, un mirador en la Costa Brava
El Castillo de Begur es el símbolo más emblemático de esta localidad costera del Baix Empordà. Actualmente, este monumento declarado bien cultural de interés nacional (BCIN), sólo conserva sus cimientos pero su belleza y su encanto siguen estando presentes.
Este castillo de origen medieval, que data del siglo XI, fue construido por Arnust de Begur, un señor feudal que decidió ubicar el castillo en la parte más alta de una de las colinas que hay en la localidad de Begur. De esta manera, se podía beneficiar de esta posición estratégica que le permitía controlar el área que rodeaba la localidad de Begur gracias a las buenas vistas que facilitaba este emplazamiento.
Con el paso del tiempo, el Castillo de Begur perteneció a diferentes propietarios, entre ellos el rey Pedro IV el Ceremonioso, que lo vendió a la familia Cruïlles en 1360. Finalmente, unos años más tarde, el barón Carles de Vilademany y de Cruïlles vendió el castillo en la localidad de Begur en 1604 y, desde aquel momento hasta la actualidad, el castillo ya no ha vuelto a ser una propiedad privada.
Desde su construcción, el Castillo de Begur ha sufrido tres grandes destrucciones que han afectado considerablemente a su estructura. La primera fue durante la Guerra Civil Catalana en 1468, la segunda fue durante la incursión francesa capitaneada por el Duque de Noailles en 1694 y la tercera fue en 1810, durante la Guerra de la Independencia contra Francia. Durante esta guerra el castillo se dinamitó y sólo quedó la base de una torre de planta circular, que aún mantiene unos 5 m de altura, y algunos restos de los muros del castillo.
Actualmente, la parte que se conserva del Castillo de Begur es el resultado de una restauración que se llevó a cabo en el siglo XX. No obstante, hay que tener bien claro que sólo quedan las ruinas y resulta difícil imaginar cómo era el castillo durante su época dorada.
No obstante, vale la pena subir hasta el castillo para disfrutar de las vistas panorámicas que nos ofrece este monumento.
Gracias a los paneles informativos que encontraremos, en un día claro y sin nubes podremos ver las Illes Medes, la plana ampurdanesa, el cabo de Creus y el Golf de Roses. Además, cuando observemos el pueblo desde este punto, podremos ver también seis de las once torres de defensa que se construyeron entre los siglos XVI y XVII para proteger la villa de los piratas moriscos.
Para llegar hasta el Castillo de Begur podemos empezar nuestro itinerario desde las calles del centro del pueblo. Poco a poco, nos iremos acercando a la colina donde está el castillo, al que llegaremos en aproximadamente media hora. En caso de no poder hacer el camino a pie, el visitante puede llegar en coche hasta un aparcamiento que hay muy cerca del castillo.
Desde allí hay un camino bien ancho por el que se puede subir hasta el castillo sin ninguna dificultad y es apto para personas con movilidad reducida.
La entrada a las ruinas del castillo es gratuita pero al tratarse de los restos de un edificio en ruinas, recomendamos ir con cuidado, especialmente si viajamos con niños, porque el lugar puede ser peligroso.
Observar la Costa Brava desde el Castillo de Begur, respirando la brisa que proviene del mar y escuchando los sonidos de la naturaleza, es una experiencia única e irrepetible. Si tenéis la oportunidad de visitar estas ruinas, ¡no la dejéis escapar!
Después de visitar el Castillo de Begur recomendamos visitar el pueblo de Begur que se caracteriza por sus estrechas callejuratos empedradas. Desde la Plaza de la Iglesia podemos comenzar un itinerario que nos adentrará en esta población marinera tan pintoresca. Además, se puede hacer una pequeña excursión para descubrir las diferentes playas y calas que hay a pocos kilómetros de este lugar. Entre ellas destacamos la Cala de Sa Tuna, que se encuentra en un lugar natural donde las aguas transparentes y la diversidad marina son los protagonistas y las calas de Fornells, donde hay un precioso puerto deportivo rodeado de calas típicas de postal.
